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lunes, 26 de noviembre de 2012

Death Proof

Varios fotogramas y fragmentos de la peli de Tarantino y los pies de Rosario Dawson y Sydney Poitier (hija).







Abierto hasta el amanecer | Salma Hayek

La verdad es que Tarantino es un rato feo, pero ¡cuánto aporta a la causa del fetichista de pies! En esta escena, le chupa bien chupados los pies a Salma Hayek...

Portinari

Los pies como símbolo de trabajo, de esfuerzo y sudor. El contacto con la tierra del pie desnudo es humildad y pobreza en e  medio rural. El compromiso político del brasileño Portinari se ve también en esta pintura. Dijo que se trata de  “pies deformes que pueden contar una historia, semejantes a los mapas con montes, valles, ríos y caminos”.

 
Labrador de café (1934), Cándido Portinari

Café (1935), cándido Portinari

jueves, 22 de noviembre de 2012

Hermafrodito y Salmacis


 La metamorfosis de Hermafrodito y Salmacis (1520), Gossaert

Cómo se va desatando la sandalia Salmacis, mientras el bombón de Hermfrodito se acaricia el pie, ahí puesto, para deleite de la ninfa que anda como loca, desatada... Desnudar el pie es dar rienda suelta a sus deseos (por cierto, qué poco frecuente es ver el deseo femenino en el arte, ¡siempre es el masculino!).
Hermafrodito y Salmacis (1581), Spranger

Susana y los viejos

Cuando hay un solo pie dentro del agua, todo suena a provocación, a deseo: la sensualidad de ver un pie humedeciéndose porque no puede mostrarse otra cosa. Sucede en Susana y los viejos, ya sea el de Thomas Hart Benton o el de Tintoretto: Susana aparece con un pie en el agua. En el de Tintoretto, además, se acarica el otro pie, el que está fuera del agua, que aparece justo delante del pequeño espejo donde se deleita contemplándose, igual que los dos viejos verdes: ¿qué más sensual que ver a esta  mujer acariciándose el pie?
 
Susana y los viejos, Tintoretto, pintado entre 1560 y 1565

Estas pinturas representan una escena de un texto  del Antiguo Testamento, en la dos ancianos espían cachondos perdidos a Susana, joven  beata, mientras toma un baño. Los viejos la intentan obligar a tener relaciones sexuales con ellos, recurriendo al chantaje y la mentira. Susana no cede a sus amenazas. Entonces los viejos la acusan de adulterio y consiguen que el marido la condene a muerte. Interviene entonces el profeta Daniel que, interroga a los ancianos y termina demostrando la falsedad de la imputación:   Susana se salva y los viejos estos de mierda son ejecutados.

Detalle del cuadro de Tintoretto

Susana y los viejos (1938), Thomas H.Benton 

Susana y los viejos (1617), Guercino.

Susana y los viejos (ha. 1630), Stanzione