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jueves, 22 de noviembre de 2012

Susana y los viejos

Cuando hay un solo pie dentro del agua, todo suena a provocación, a deseo: la sensualidad de ver un pie humedeciéndose porque no puede mostrarse otra cosa. Sucede en Susana y los viejos, ya sea el de Thomas Hart Benton o el de Tintoretto: Susana aparece con un pie en el agua. En el de Tintoretto, además, se acarica el otro pie, el que está fuera del agua, que aparece justo delante del pequeño espejo donde se deleita contemplándose, igual que los dos viejos verdes: ¿qué más sensual que ver a esta  mujer acariciándose el pie?
 
Susana y los viejos, Tintoretto, pintado entre 1560 y 1565

Estas pinturas representan una escena de un texto  del Antiguo Testamento, en la dos ancianos espían cachondos perdidos a Susana, joven  beata, mientras toma un baño. Los viejos la intentan obligar a tener relaciones sexuales con ellos, recurriendo al chantaje y la mentira. Susana no cede a sus amenazas. Entonces los viejos la acusan de adulterio y consiguen que el marido la condene a muerte. Interviene entonces el profeta Daniel que, interroga a los ancianos y termina demostrando la falsedad de la imputación:   Susana se salva y los viejos estos de mierda son ejecutados.

Detalle del cuadro de Tintoretto

Susana y los viejos (1938), Thomas H.Benton 

Susana y los viejos (1617), Guercino.

Susana y los viejos (ha. 1630), Stanzione

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